viernes, 2 de mayo de 2008

El positivismo y la física social de Auguste Comte.

Por IVÁN ÁLVAREZ
(Revista Sociólogos y Sociología)





"La quiebra absoluta de legitimidad social que representa el hundimiento revolucionario del ancien régime, cuyo hueco axiológico y normativo va a ser ocupado por el conflicto entre el creciente poderío económico y político de una burguesía protagonista de la revolución industrial y un proletariado que irá organizándose poco a poco: tal es el momento histórico en el que aparece la Sociología."
Carlos Moya, Sociólogos y sociología.


Nominalmente hablando, “positivista” sería el nombre o el apodo que se le daría al primer esbozo de teoría sociológica con ambiciones científicas –los orígenes de la teoría social, propiamente dicha, pueden remontarse algunas generaciones intelectuales atrás (véase El surgimiento de la teoría social, en: Marcuse, 1998). Los inicios del positivismo, tienen su raigambre en las lides intelectuales que enciclopedistas como Marie Jean de Caritat -conocido como (el Marqués de) Condorcet- o Henry de Saint-Simon, llevaron a cabo en contra del dominante orden feudal absolutista en las postrimerías del siglo XVIII. En aquéllas épocas, el positivismo era una corriente del pensamiento de tendencia utópica, que esgrimía, grosso modo, la tesis de la aplicabilidad del método de las ciencias naturales al entonces anquilosado e inicuo terreno de lo social del ancien régime:
"El estudio de los hechos sociales ha estado demasiado tiempo sometido y abandonado al azar de las circunstancias, a la avidez de los gobiernos, a la destreza de los charlatanes, a los prejuicios o los intereses de todas las clases poderosas; así, aplicando el método a la moral, a la política, a la economía pública, se puede seguir en esas ciencias una marcha casi tan segura como aquella de las ciencias naturales" (Condorcet, Esquisse d’un tableau historique des progrès de l’esprit humain, citado por Löwy, 1991, 15-16).
De esta manera entraría en boga intelectual uno de los postulados fundamentales del positivismo: estudiar a la sociedad estableciendo un parangón epistemológico con la naturaleza, es decir, utilizando el mismo método que se empleaba en las ciencias naturales para intentar explicar los fenómenos de la sociedad. Con el establecimiento de este postulado, los fenómenos sociales tendrían entonces que ser observados y explicados de manera causal, deberían ser sopesados con la objetividad y la neutralidad axiológica que implicaba, verbigracia, el alejamiento del objeto de estudio que llevaban a cabo el biólogo o el físico. Ergo, sedimentaría la proposición de que todo conocimiento sería verdadero tomando como punto de partida la verificabilidad observable –lo que ahora se conoce como axiomática- de los resultados que ofrecía el objeto de estudio sopesado. Y –también- por lo tanto, de acuerdo con la propuesta enciclopedista de la aplicación del método científico-natural, el escrutamiento de la sociedad carecería de juicios de valor y, por ende, de orientaciones políticas del saber –según los sendos proyectos de Condorcet y Saint-Simon.
Como ya se evocó, la aplicación del método científico-natural fue el asidero que los enciclopedistas tomaron para intentar un cambio social en detrimento de las inicuas condiciones que infligía al pueblo el régimen teológico-feudal. Sin embargo, el filón positivista sería retomado por Auguste Comte –después que la Revolución francesa ya se había consumado-, ex-alumno de Condorcet y Saint-Simon, pero orientado hacia una nueva disputa intelectual –además de la que heredaba de sus antecesores positivistas versus los intelectuales apologistas del antiguo régimen, a cuya facción Comte denominaba los “retrógadas”- en contra de los “metafísicos” (Hegel, así como los revolucionarios, verbigracia: Jean Jacques Rousseau). El clima social que cundía en la época en que Comte escribe el Cours de Philosophie positive (de 1830 a 1842, siendo publicado en su totalidad en 1844) era inestable, con notables admoniciones revolucionarias. El antiguo régimen ya había sido erradicado y no había una clase social que dominara definitivamente, por lo que el orden social estaba en vilo.
Dentro de la disputa que establecería contra los “metafísicos”, Comte empleSó el término positivo para luchar en contra de los principios de la filosofía negativa, como, verbigracia, la dialéctica hegeliana que con su carácter crítico contradecía metodológicamente los postulados positivistas. Veamos una de las argumentaciones de esta corriente que explica lacónicamente el quid de ese duro conflicto intelectual. De acuerdo con la argumentación positivista, el razonamiento dialéctico del filósofo prusiano:
“... <> las cosas tales como son. Las cuestiones de hecho que constituyen el estado de cosas dado, contempladas a la luz de la razón, se tornan negativas, limitadas, transitorias, convirtiéndose en formas perecederas dentro de un proceso más amplio que va más allá de ellas mismas. La dialéctica hegeliana era considerada como el prototipo de todas las negaciones destructivas de lo dado, pues en ella toda forma dada de manera inmediata pasa a su opuesta y sólo al hacerlo realiza su verdadero contenido. Este tipo de filosofía, decían los críticos, niega a lo dado la dignidad de lo real; contiene <> (decía [esto último] Stahl) (Marcuse, opus citatus, 317).
Dos grupos versus los que estaba Comte. Y pertenecientes a cada uno de esos grupos, el orden –a la facción teológico-feudal, con su nostalgia por el antiguo régimen y los intentos por reinstaurarlo para acabar con el nuevo régimen burgués y las nuevas admoniciones revolucionarias- y el progreso –como bandera de los metafísico-revolucionarios- como filones políticos irreductible y dogmáticamente opuestos. Y de esos dos grandes imperativos políticamente partidistas, Comte intentaría hacer una síntesis. Surgiría así la física social –que después sería conocida mediante el, en ese entonces, neologismo de sociología (no es sino hasta la Lección 47 del Cours... cuando Comte le da nombre a esta nueva ciencia)- como primer intento por explicar la sociedad científicamente -es decir, el primer bosquejo sociológico-, aunque intrincado con un aspecto moral evaluativo –con un deber ser- que haría de la propuesta de Comte una de las más criticadas –si no es que la más- en la historia de la sociología.
La premisa fundamental de la física social tiene una conexión estrecha con una lectura que hace Comte de la historia. A dicha lectura la nominaría La Ley de los tres Estados –que es una ley del progreso de la humanidad- y tiene una semejanza con la lectura histórica que hace Marx –o más bien al revés, pues Comte precede a Marx en muchos aspectos, incluido este; podría decirse que es, en muchos sentidos, su ascendiente intelectual, pero por una ruptura que explicaremos cuando corresponda. De acuerdo con la Ley..., Comte establece en su Plan des travaux scientifiques nécessaires pour reorganiser la societé (escrito en 1822 y que es la piedra de toque de establecimiento de la filosofía positiva de Comte), que “por la naturaleza misma del espíritu humano, cada rama de nuestros conocimientos se halla necesariamente obligada en su proceso a pasar por tres estados teóricos diferentes: el estado teológico o ficticio; el estado metafísico o abstracto; y, finalmente, el estado científico o positivo” (Auguste Comte, Plan..., citado por Arnaud, 1986, 27). Comte pensaba que al igual que las ciencias positivas como la biología o la física, que habían superado su etapa “infantil” para llegar a su estado “maduro”, la filosofía positiva sería el último y más desarrollado estado mediante el cual se trascendería y superaría a las pueriles corrientes del pensamiento que implicaban el teologismo y la metafísica:
Habiendo constatado la inanidad radical de las explicaciones vagas y arbitrarias propias a la filosofía inicial, sea teológica, sea metafísica, el espíritu humano renuncia desde ahora a las investigaciones absolutas que no convienen más que a su infancia y circunscribe sus esfuerzos al dominio –en rápido progreso- de la verdadera observación, única base posible de los conocimientos verdaderamente accesibles, sabiamente adaptados a las necesidades reales... Como base racional de la acción de la humanidad sobre el mundo exterior es como el estudio positivo de la naturaleza comienza hoy a ser universalmente apreciado (Auguste Comte, Cours..., 42, 43, 58, citado por Moya, 2003, 25).
Así, a las lecciones de la historia, que Comte había sabido leer tomando como punto de partida su presente –lugar privilegiado desde el que establecía la panacea histórica, previendo el sino (que había que esperar como él diría “con paciencia”) de la humanidad-, aunadas a la verdad “incuestionable” que demostraban las disquisiciones científicas de su método, se vendrían a sumar las aspiraciones políticas de su programa. Historia, ciencia y política. Tal es el entramado que Comte pretende unificar en una visión total y que quedará plasmado en su proyecto de la física social, ciencia que para el filósofo francés devendrá la ciencia superior.



FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
-Alexander, Jeffrey C., Las teorías sociológicas desde la segunda guerra mundial. Análisis multidimensional, 1992, Gedisa, Barcelona.-Arnaud, Pierre, Sociología de Auguste Comte, 1986, Península, Barcelona.-Cook, Chris, Diccionario de términos históricos, 2 volúmenes, 1997, Altaya, Barcelona.-Löwy, Michael, ¿Qué es la sociología del conocimiento?, 1991, Fontamara, México.-Marcuse, Herbert, Razón y revolución, 1998, Altaya, Barcelona. -Moya Valgañón, Carlos, Sociólogos y sociología, 2003, Siglo XXI, México.-Xirau, Ramón, Introducción a la historia de la filosofía, 1990, UNAM, México.-Zeitling, Irving, Ideología y teoría sociológica, 2000, Amorrortu, Buenos Aires.

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